martes
no esperar, activar
liberarse. expresarse. encontrarse. primero, hay que buscarse. nos hacen olvidar de lo importantes que somos para nosotrxs mismxs. un hombre se puede valer por sí mismo si así lo desea. nos reprimen el deseo para que nos olvidemos de nosotrxs, nos abandonemos. y así, no crecemos, no intentamos, no cuestionamos, no nos buscamos. nos quedamos con lo primero, con lo primario, que en realidad debería lo último, lo innecesario. nos adormecen las ilusiones para que no podamos aspirar...respirar. somos lxs dueñxs de nuestras propias acciones, de nuestras propias reacciones. somos nosotrxs. somos todo y somos nada. somos nuestro soporte, nuestro motor. somos el boleto a otro destino, el pasaje a nuestro mundo. somos la materia prima de todo cambio. somos el engranaje y el aceite, los vegetales y el condimento, el amo y el esclavo. pero tenemos la libertad de sabernos suficientes para nosotrxs mismxs, entre todxs. sólo tenemos que buscarnos.
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viernes
revelaciones
Hoy iba en mi bicicleta, bah, en la de mi papá, porque la mía me la robaron en mayo, con destino a Frida, el bar de mis amigos. iba con el vientito de finales de invierno acariciándome la cara, con menos de seis pesos en la billetera (sin contar con otra fuente de capital más que esa misma billetera), con los piecitos medio fríos por mis zapas rotas, y unas ganas de esa galería que no podía más. y me envolvió, de repente, un pensamiento, un sentimiento, que hacía mucho no me visitaba. lo encontré en la misma cuadra en la que solía encontrarlo antes. pero se ve que había estado parando en otro lado. o tal vez yo no había sabido mirar bien. o quizás había estado pasando muy rápido. pero hoy nos encontramos y nos amigamos.
estoy feliz con la vida que tengo, que me estoy creando. miro a la derecha. miro a la izquierda. miro hacia adelante. si, definitivamente, esto es lo que quiero. esto me hace feliz. esta es mi libertad.
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jueves
crear
compartir es saber dar. pero también es saber recibir. es ponerse en el lugar del otro, y respetar el propio. respetarse es respetar al otro.
te doy todo de mí porque necesito que me necesites.
y no me respeto.
no te respeto.
compartir es crear algo nuevo. en partes iguales.
partes iguales distintas.
uno y el otro.
dando y recibiendo.
no te poseo porque nos compartimos.
dando y recibiendo. dejando el alma abierta, las manos relajadas. conectando. uniendo. no atorando. no ahogando.
dar todo es sólo una forma más de egoísmo.
me siento bien porque te doy todo. porque quiero arreglarte, porque no te respeto, no te valoro. no conecto. no te dejo conectar.
compartir. creación. unión en estado puro. saber recibir. ahí. saber recibir es lo más difícil de compartir.
dar todo es tener un supuesto poder que nos hace olvidar de lo que nos falta. y necesitamos recibirlo sin exigirlo.
porque al dar y recibir deja de ser una necesidad, y es un nuevo estado.
que hicimos juntos.
que creamos.
crear es compartir.
compartir es creación.
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lunes
en chiquito
extraño los besos. extraño las manos. escribo chiquito porque escribo de adentro. porque siento cómo cada palabra que nace en el papel, golpea primero en el pecho, en mi pecho. porque me habla el pie, me habla el cuello, me hablan las piernas, las orejas y las manos. me habla la espalda, que extraña el abrazo, el apoyo en ese lugar donde descansar la vida, donde descansar la vista, donde relajar la mente.
extraño los dedos entrecruzados, las risas de a dos, que me pique la naríz. extraño sentirlo, extraño vivirlo. extraño la sinceridad, el despojo de posturas, el juego por diversión. la realidad de lo sentido. extraño las cosas claras, la satisfacción constante. extraño tenerte, tenerme en vos, tenernos afuera. extraño lo blanco y lo negro, sin demasiados grises. no te extraño a vos, porque vos no sos. no tengo vos.
y eso también lo extraño.
extraño no hablarte. extraño pensarte. extraño mirarte, encontrarnos entre medio de un sinfin de estímulos y que sólo nos importen dos. extraño sentirlo, extraño saberte, extraño quererte. extraño no verte. extraño extrañarte. me extraño a mí misma en una realidad más que propia. extraño sorprenderte, extraño moverte, extraño buscarte. extraño encontrarte.
te extrañan mis labios, te extrañan mis ojos. te extraña mi pelo, mi nuca, mi espina dorsal y mi alma. te extrañan mi axila, mi empeine y mis rodillas. te extrañan mi ombligo y mi ingle. mis uñas, mi piel, mi pera y mi nariz.
te extrañan.
te extraña mi deseo.
extraño tu deseo.
extraño estar sola de a dos.
extraño pensar un mundo con otro que piense el mundo conmigo.
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sábado
yo, tú, él
Sus cuerpos se encontraban cuando los nuestros sólo estaban ahí.
Se enfrentaban.
Se buscaban.
Se miraban. Se escuchaban. Se deseaban.
Se escondían.
Nos bloqueaban.
Me bloqueaban.
Me chocaban.
Me callaban. Me ignoraban. Me tapaban.
Me marcaban.
Sus cuerpos se unían y se desprendían del mío. Y eso me dolía.
Me jodía.
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lunes
martes
estado
Estoy avanzando desde ahí.
Fue el punto de partida de un camino distinto. La paz. Hoy la siento como ese día.
Hoy no hay micro que me lleve, porque me bajé del micro.
Hoy no espero que se termine, porque está recién empezando.
Hoy me siento tan segura de la vibración como en ese momento de despojo absoluto del deber.
Hoy vivo allá, porque vivo donde yo quiero.
Mi techo es una carpa, mi cama es el suelo, mi abrazo es la presencia y mi sueño es no dormir.
No escribo de lo que fue, porque pienso en lo que puede ser.
Me reencuentro desde ahí.
No me importa si murió, no me importa qué pasó, no me duele si no está. El transcurso no me cambió.
Y si lo hizo, fue para llegar a este estado. Mi estado.
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sábado
nuestra tierra, nuestra cuestión
Como si nos quisiera callar, como si nos quisiera arrollar, como si nos quisiera dividir, pasaba, sonaba, separaba, molestaba cada 7, 10 ó 15 minutos.
Nosotros discutíamos la cuestión.
Y la cuestión traspasa los ideales, destruye las ideologías y una las sensaciones. Inhumanidad e ilegalidad. Esa que tanto nos reclaman a veces, de la que somos tan portadores, casi siempre, sólo por la juventud de ideas.
La cuestión no tiene forma ni tiene fondo, porque tiene una sola cara. Muchos ángulos, muchos recovecos. Pero una sola cara. La cara de la represesión, el ángulo de la libertad, el recoveco de la igualdad en la diferencia.
La cuestión es que somos seres humanos, somos seres vivientes, y somos seres amantes. No es el abrigo de un universo. Es la aceptación de un límite que no podemos combatir, y que sólo vamos a bajar si aprendemos a escuchar, si nos dejamos sentir, se nos permitimos compartir.
Es un eslabón más que se rompió en la cadena de una maquinaria que ya perdió un montón cuando logramos escaparnos. Y es así, eslabón por eslabón, conquista por conquista, que el corazón mecánico va a dejar de funcionar.
Porque ellos no sienten, ellos no escuchan y ellos no comparten. Un ataque general no puede destruir tanto egocentrismo unido, porque cada blanco es igual de insensible que el de al lado y se potencian en su defensa. Porque no van a entrar en razón, pero pueden entrar en ficción.
Porque somos nosotros los portadores de la libertad, los defensores de la tierra. Y la lucha empieza por sernos fieles a nosotros mismos.
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miércoles
pendiente
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Era el silencio compartido. Ese instante de conexión, mientras esperábamos sentados un final que no queríamos, de un relato que ni siquiera había empezado.
Te escuchaba sin sonido mientras hablabas de los colores del techo, del por qué de las elecciones, del recuento de momentos. Me llenabas con tu mirada transparente y tu sonrisa entregada, mientras vomitaba palabras sin pensar, que tomaban sentido en tus oídos.
Transitábamos la quietud de un momento eterno, de un segundo efímero, de un espacio nuevo, nuestro. Nos guardábamos el beso, porque teníamos el silencio. Nos mirábamos sin miedo, porque la luna, y su luz cómplice, nos dejaban expresar, nos sacaban de lo externo, no espiaban nuestro tiempo.
Con tu pelo desordenado, tu cuerpo dolorido y tus manos trabajadas. Sentado frente a mí, acostado frente a mí, parado frente a mí.
Me invitaste a otra realidad. Y te seguí sin preguntar.
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domingo
palabras en cuestión
Tal vez, si empezáramos a adjetivar un poco menos y a usar más sustantivos, y verbos, y conectores, y objetos directos, indirectos o transversales, encontraríamos una forma tan particular de lenguaje que nos permitiría comunicarnos como nosotros, como ellos y como todos, como uno en un millón de unidad.
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viernes
Limpiar la memoria
Fue como que me explotara el pasado en la cara. Aunque eran objetos que ya no me interesaban, habían sido importantes en su momento. Tarjetas. Velas. Boletos de tren, de colectivo, y de micro. Cadenitas. Aros. Collares y pañuelos. Dientes. Sí, dientes. Los de leche que se me cayeron a los 7 (y algunos a los 12, porque mi familia, por herencia, tiene demora en eso). Copas llenas de arena. Botellas llenas de arena. Cajitas llenas de arena. Se ve que de chica creía que encerrándola, la playa iba a ser siempre mía. Algunas cosas ni me acordaba qué eran. Otras sí. Entre ésas, encontré una muñequera en la que había estado pensando en los últimos días, queriendo encontrarla, tal vez no usarla, pero saberla presente.
Es verdad eso que dicen: si lo deseas de verdad, las cosas pasan. No es desear mucho. Es desear con sinceridad, sinceridad ante vos mismo. No es la primera vez que reviso mis cosas para quedarme sólo con lo importante. No es la primera vez que paso por las mismas velas, las mismas cintitas, las mismas tarjetitas, la misma arena, los mismos dientes (sigue sonando feo también). Pero esta vez sentía que podía dejar mucho de lado. Me desprendí de todo eso, porque entendí que el recuerdo está en mí y no en los objetos. Que lo que importa de cada una de esas etapas es lo que me dejó como persona y no como materia, o sí, pero materia viva, de la humana, de la esencia mía, no de objetos que de a poco van perdiendo fuerza. Hay algunos que significan un montón, pero son los menos.
La muñequera no la iba a tirar, incluso si no me gustara y no quisiera usarla (pero me gustaba y quería usarla). Porque la muñequera era un montón de cosas. ES un montón de cosas. Al final la usé. Capaz en unos años está más cómoda en el tacho de basura. Por ahora, le sienta bien mi muñeca derecha. Son los menos igual. No porque tenga pocos momentos para atesorar, sino porque la válidez de esos momentos no se refleja en todos los objetos.
Mientras revolvía mi pasado, pensaba todo eso. Y me di cuenta de que para encontrarme con él, sólo hacía falta pensarlo, sin nada material de por medio. Y me di cuenta de que encontrarme con él, era encontrarme un poquito más conmigo misma.
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Destellosdefurgón
Caí hasta el fondo cuando escuché los pequeños destellos, uno atrás de otro, subiendo y bajando de volumen. Inflándose y desinflándose para meterse como chispistas, como mini cañitas voladoras. Uuuiiiiiiiiiiiiiiiii. Pum. Pum hacía cada sensor, cada estímulo que se despertaba ahí adentro. Un despertar repentino, artificial, que se multiplicaba con cada chispita que caía en el receptor de al lado. A la derecha. A la izquierda. Atrás. Adelante. Cada explosión ajena era un poquito más de despertar propio. Inhalar. Exhalar. Y en la exhalación, la liberación interna de todo ese calor chisposo. La temperatura subía y se adueñaba de todo el espacio, de cada centímetro cúbico. Y en cubitos volvía a explotar y se volvía a multiplicar.
Yo lo vi, lo pude sentir como si estuviera adentro mío. Las caras que me rodeaban no me veían. Yo era invisible y sólo sentía una marea de preguntas inconclusas que me inundaban el pensamiento y la memoria. Preguntas. Porqueses. Enojos. O más que enojos, indignaciones. Ganas de que me vean, de que lo sientan, de que también lo vean. Nadie lo veía. La voz, como una masa espesa, se deslizaba por el ambiente y rompía el silencio con un tono grave que buscaba ser agudo, y se quedaba en el medio, soltando vocablos inentendibles e incoherentes.
Otra vez las chispitas. ¡No quiero escucharlas más!. ¡No te explotes más!. Uuuuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii. Pum. Con cada explosión se moría un poco más. Afuera. Adentro. Como haciendo lugar para que entren más chispitas, para que exploten, para que se multipliquen. Para perderse. Para borrarse. Hacerse invisible. Yo también era invisible. Tal vez, por eso podía verlo igual.
Las puertas se abrieron y, por inercia, coherencia o necesidad, salí. En ese instante, todos empezaron a verme. Y me di cuenta de que siempre me habían visto. Habían visto mis preguntas, mis porqueses, mis indignaciones. Las habían sentido igual que yo.
Ellos también eran invisibles.
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Tiempo para una pizza
¿Con qué razón “coherente” un kiosco en pleno Palermo está cerrado un jueves de verano a las siete y media de la tarde más que por el simple hecho de que el Señor cómico y la mujer mamá de todos que siempre lo atienden decidieron no torturarse con más horas de trabajo que las que el cuerpo tolera? Es que la ciudad está pensada para estar despierta las 24 horas. Y todos nos olvidamos, a veces, de que en el sueño también se vive. Era verdad eso de que la ciudad es otra después de cierta hora de la noche. Porque los citadinos (ciudadanos suena demasiado cívico para hablar de personas de carne y hueso) están distintos. Se sacaron de encima el almidón, que ya no se usa en la ropa, pero sigue estando en la piel.
Y llegás al kiosco que sí está abierto. Y te atiende un señor en silla de ruedas, que tiene mirada de cansancio, de posible enfermedad, pero de amabilidad inapagable. Te comprás dos cigarillos sueltos, aunque sabés que no los querés. Pero estás en la ciudad descontracturada, sin almidón, nadie te va a decir nada!!!! Porque el saludo sigue almidonado. Allá era libre, se veía en la cara y se sentía en la voz. Se decía en confianza, la confianza de un desconocido. Acá, no logra salir del cartón diario (y no hablo de alucinógenos). Ese cartón que nos obligan a usar para seguir un supuesto protocolo.
No hables con extraños. ¿Cómo que no? Si de ellos puedo aprender cada día. Si pueden ser un ejemplo a seguir. O a no seguir. Si en la variedad está el gusto (eso también te lo enseñan y no te explican la contradicción). Y no hay nada mejor que vivir a gusto. Hola….. Qué palabra tan sabia!. Sabe abrirse y darle espacio al otro. Sabe dejarse llevar sin importar el riesgo. Porque sabe que es mucho más lo que se puede ganar que lo que se puede perder. Hola en la calle. Hola en la vereda. Hola en el subte, en el tren y también en tu casa, cualquiera sea el lugar que consideres casa.
Hola Señor cómico. Hola mujer mamá de todos. Gracias por cerrar su kiosco en Palermo un jueves a las siete. No es tiempo de cigarrillos. Es tiempo de pizza con extraños.
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