lunes

el mundo puede esperar

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Cinco días de Apocalipsis en mi  ventana fueron la mejor terapia para tanto dolor. Si el mundo se cae a pedazos, me siento acompañada.

Siempre elijo el invierno para sentirme mal. Soy un cliché de colores y sonrisas en verano, y grises y lágrimas en el medio de la niebla matinal.

Ah, esperá. Este verano también lloré. 
Por lo mismo que lloro hoy, el invierno pasado y el anterior. 
Este verano lloré por vos. Como lloro hoy. 

Y en realidad siempre lloro por mí. También el invierno pasado y el anterior.

Dolor, dolor. De que se acabe lo que nunca empezó.

Yo caminaba pensando en no pensar nada con vos. Y cuando me di cuenta, vos ya habías pensado tanto que te fuiste a descansar la mente, solo, a un rincón. Y no me dejaste ni tu cuerpo.

¿Tendría que explicarte cada caricia que no me dejaste darte? No creo que ni una maldita palabra pueda devolvernos la liviandad que sentimos una, dos, tres y mil veces, con tus ojos en los míos, y los planes en un cajón.

Espero que no salga el sol muy pronto. Tengo miedo de que vuelva a quemarme con el recuerdo de tu emoción puro color, de tanto verano y de tanto sillón. de tanto de lo que no hay hoy.
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palabras que suman