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empiezo a sonreír. y siento cómo un muro empuja en un soplido ligero mi cabeza. la tira para abajo, la deja en el lugar.
pero me siento cómoda. en el subsuelo de lo que supe sentir. cuando la anestesia no te deja vivir. todo sigue pasando aunque tus ojos estén mirando al vacío. sigue el ritmo de tu cuerpo, tu cuerpo que te mira para que lo alcances (o lo vayas a buscar).
un entierro anticipado para envolverte de tu odio. la extrema coherencia de no buscar más una tarde de flores. gozás revolcarte en lo que no querés ser. perdés el sentido de lo sentido.
una aldea gigante en la que no hay qué desear porque todo se aleja a cada paso que dás. y es más fácil olvidarlo que volver a probar.
¡Te estábamos esperando!
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